La administración, ¿Ciencia, técnica o arte?

 

La administración, en su esencia, integra elementos de ciencia, técnica y arte, formando un campo multidimensional que requiere habilidades variadas para su correcta aplicación. Como ciencia, se fundamenta en conocimientos sistemáticos y comprobados que permiten comprender y analizar los fenómenos organizacionales de manera objetiva, mediante teorías, modelos y principios que facilitan la toma de decisiones fundamentadas. Este enfoque científico proporciona las bases para diseñar estrategias eficientes, establecer procedimientos y evaluar resultados de manera metódica, garantizando así la coherencia y la lógica en la gestión empresarial. Además, la técnica se refiere a la aplicación práctica de estos conocimientos, es decir, la ejecución de métodos, herramientas y técnicas específicas que optimizan los procesos y recursos, asegurando la eficiencia operativa y la consecución de los objetivos de la organización.

Por otro lado, el arte en la administración se manifiesta en la creatividad, sensibilidad y capacidad de innovación que un gerente debe poseer para afrontar situaciones complejas e imprevistas. La gestión no solo consiste en aplicar conocimientos y técnicas, sino también en ejercer un juicio acertado y una intuición desarrollada a través de la experiencia, lo que permite adaptarse a las circunstancias cambiantes y tomar decisiones acertadas en momentos críticos. Por ejemplo, un gerente puede planificar cuidadosamente utilizando métodos científicos, pero al mismo tiempo necesita la sensibilidad para entender las dinámicas humanas, motivar a su equipo y responder a las necesidades emergentes del entorno. Así, la combinación de ciencia, técnica y arte en la administración resulta fundamental para lograr una gestión eficaz y adaptable, que responda tanto a los aspectos racionales como a los emocionales y creativos del liderazgo empresarial (Salgado Benítez et al., 2016, p. 37).